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En lugar de productos químicos que irritan los ojos, las piscinas naturales o ecológicas se sirven de algas para mantenerse limpias. Esto supone un ahorro en su mantenimiento, además de proporcionarle un aspecto más natural y armonioso, como si de un estanque particular se tratase.
Disponer de una piscina en casa supone una gran satisfacción para sus propietarios. Además del placer de poder darse un chapuzón de vez en cuando y poder estar más tiempo realizando actividades al aire libre, tiene una importante función decorativa. Por ello en los últimos años abundan diferentes diseños en la forma de las piscinas que van mucho más allá de la clásica forma rectangular. Una tendencia es la de decorarla dotándola del aspecto de un estanque, con piedras, pequeños arroyos, plantas y arbustos a su alrededor e incluso peces y ranas. Las piscinas ecológicas refuerzan esta apariencia al contar con algas como método de limpieza de sus aguas. Pero sus beneficios van mucho más allá.
Funcionamiento y mantenimiento requerido
Aunque esta clase de piscina tiene cada una un diseño particular para adaptarse a los gustos del dueño y al entorno en el que se encuentra, generalmente suelen estar formadas por dos partes, la zona de baño y un estanque secundario – aproximadamente del mismo tamaño- donde las algas realizan la filtración y limpieza del agua. La comunicación entre ambas suele realizarse mediante una tubería conectada en la parte inferior de la zona de baño, pues allí es donde van a parar las impurezas que es necesario eliminar. Esta sección de la piscina también puede ser habilitada como zona de baño, especialmente para los más pequeños al no ser necesaria la misma profundidad que en la otra. Respecto a las plantas y algas que requiere, puede ser de diversos tipos y realizarse distintas combinaciones. Las hidrocaris o lenteja de agua, así como los juncos y los jacintos son algunas de las más eficaces en su función de depuración del agua.
Un agua, por cierto, que no ha de renovarse continuamente, a diferencia de las piscinas convencionales, sino solo ir sustituyendo a la que se evapora. Esto supone una considerable ventaja, especialmente en zonas en las que el agua es un elemento de especial valor y está sujeta a restricciones en su uso para el regado de jardines y el uso en piscinas.
Respecto a su mantenimiento, además de este importante ahorro en la renovación del agua y de los sistemas de canalización y desagüe, hay que destacar también la ausencia de maquinaria y de productos químicos. Al ser depurada, tal como hemos explicado, por algas y plantas, ya no es necesario emplear cloro, lo que libra al agua de su sabor y de posibles efectos secundarios como irritación de la piel y ojos.
En su lugar la labor de mantenimiento se convierte prácticamente en una tarea de jardinería que puede ser realizada por el propietario, sin necesidad de contratar personal especializado. La periodicidad dependerá de las características de cada piscina, pero a menudo bastará con que se efectúe 3 veces al año. Por otra parte, en la denominada zona de regeneración, donde se encuentran las algas, en su fondo va acumulándose el lodo, de manera que cada dos años como máximo deberá ser limpiado a fondo.
Un inconveniente que traen consigo las piscinas ecológicas es que pueden favorecer la proliferación de mosquitos y otro tipo de insectos. Para librarse de ellos una posible solución, aunque no del agrado de todo el mundo, está en poner ranas en la zona de regeneración. Esto reforzaría el aspecto propio de un estanque, aunque a muchas personas les resultan muy desagradables y desechan inmediatamente tal opción.
En conclusión, las piscinas naturales o ecológicas presentan una serie de características particulares, con sus ventajas e inconvenientes, que a la hora de escoger la piscina más adecuada han de ser debidamente sopesadas.